06-08-2018
Otro año será, lo de las vacas ya no tiene remedio.
La VII Edición de La Vaquera de la Finojosa llegó anoche a su fin. Cuatro días de lleno al completo, el público ha respondido bien, aunque los comentarios los ha habido para todos los gustos: “Qué dónde está el mercado”, “Que La Vaquera y el Marqués a penas se hablan”, “¿Y las vacas dónde están?”, “No hay vacas, ni borregos, ni ná”, «La Reina no sale», “Esa posada con esas posaderas, ¡Qué Barbaridad!”. Para gustos están los colores, pero esto es lo que hay.
Este año, con la trama argumental presentada, plana, monótona, con excesos en diálogos puramente teatrales, al mortal espectador le resulta un poco difícil de digerir.
Durante los veinte años que La Vaquera está funcionando, los experimentos han ido llegando edición tras edición con no demasiada fortuna para la obra. Dicen por ahí que los experimentos se han de hacer siempre con gaseosa. Cada director ha querido ir metiendo mano al libreto que dio origen a la obra La Vaquera de la Finojosa, para mejorarlo. La pregunta que nos hemos de hacer es, si en alguno de los casos se ha logrado.
Porque el público tiene memoria y de boca en boca, a sus hijos, familiares, amistades, le ha ido trasmitiendo lo que en la majestuosa Plaza de la Catedral de Hinojosa del Duque ha visto con ojos ilusionados, el colorido de los trajes, la música especialmente creada que lo envuelve todo, las mozas danzando con gracia y los “amores” entre La Vaquera y el Marqués, de este espectáculo extraordinario de La Vaquera de la Finojosa.
Si queremos que nuestro Teatro Popular, que sin duda alguna es un referente más allá de nuestros límites territoriales, lo siga siendo, hemos de cuidarlo con mucho mimo. Cuidándolo todo, textos, puesta en escena, elección de actores, coreografía, sonido, iluminación, al personal voluntario, incluidos todos los actores y participantes, la banda sonora, el estilismo y vestuario, comodidad al espectador, promoción, y como dice el eslogan de esta VII Edición: “La Vaquera de la Finojosa llegó para quedarse”, que se quede.
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