16-07-2021
Juan José Primo Jurado, es Director del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, en su artículo «Hinojosa del Duque, entre franciscanos y carmelitas», que ha sido publicado en «Nosotros» Pinceladas Culturales para Hinojosa del Duque en su Nº 21, nos acerca a conocer las relaciones de los franciscanos y los carmelitas con Hinojosa del Duque.
El artículo se puede leer a continuación.
Hinojosa del Duque entre franciscanos y carmelitas
Juan José Primo Jurado
Desde hace 430 años, una misma ubicación hinojoseña ha sido ocupada, sucesivamente, por dos órdenes religiosas, importantes en la historia universal en general y en la de la Iglesia en particular. Cabría preguntarse, hoy, qué ha quedado de los franciscanos en Hinojosa del Duque y qué quedará de los carmelitas, si algún día se van, pues ya sabemos que recientemente sobrevoló la posibilidad de su marcha, siendo el convento de Córdoba capital el que cerró para que siguiese el hinojoseño.
A la primera pregunta la respuesta es, aunque parezca increíble, que nada material queda del paso de los franciscanos por nuestro pueblo. Desde 1591 a 1835 existió el convento de San Diego, perteneciente a la franciscana Provincia de los Ángeles. La desamortización de Mendizábal exclaustró a la comunidad y la piqueta demolió poco después la ruina del monasterio. Durante años el callejero, al menos, lo recordó con su nombre, calle San Diego. Tras varios cambios de denominación hoy, por ignorancia o falta de sensibilidad, se llama Corredera, salvo un callejón, Pasaje San Diego, que algún edil con lucidez rescató para la memoria hinojoseña. La devoción a la Inmaculada Concepción, tan fomentada por los franciscanos y que brilló con fuerza, pervive en las madres concepcionistas, cuyo convento fundado en el siglo XVI fue puesto bajo la jurisdicción de los franciscanos. De los nombres de aquellos frailes nos queda la reseña generosa que el padre Juan Ruiz les dedica en su libro de 1922.
Los carmelitas llegaron en 1890 a ocupar ese mismo espacio físico y espiritual. Si los franciscanos arribaron respaldados por los poderosos condes de Belalcázar, los carmelitas lo hicieron por el obispo de Córdoba de entonces, Sebastián Herrero, que a la sazón era natural de Jerez de la Frontera, donde había conocido la obra de los hijos del Carmelo. Los carmelitas, como los franciscanos, son una orden con clara vocación popular y fomentaron las actividades lúdicas y culturales con las gentes sencillas, con quienes conectaron rápidamente. Y en la devoción trajeron a la Virgen del Carmen, con un éxito indudable que ha llegado hasta nuestros días y que estalla con júbilo cada mes de julio.
La también excelente labor educativa carmelitana se plasmó en su colegio, pero este desapareció en 1967, de forma tan oscura como extraña, y no queda, siquiera, una placa de recuerdo. ¿Qué permanecerá de los carmelitas si alguna vez parten? ¿La devoción a la Virgen del Carmen? Poco pervive de las devociones franciscanas y quizás, en ausencia de los carmelitas, la del Carmen quedaría como una más de las muchas de una Hinojosa del Duque que cuenta, proporcionalmente, con el número más alto de vírgenes, santos y ermitas de toda la provincia de Córdoba. El tiempo es ese juez implacable que condena las obras humanas y salva las que tienen a Dios como base. La historia, luego, es la que se encarga de reflejar los hechos y analizarlos.
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