Patrimonio con encanto

26-07-2021

Sara Aranda, es Guía de Patrimonio, en su artículo «Patrimonio con encanto», que ha sido publicado en «Nosotros» Pinceladas Culturales para Hinojosa del Duque en su Nº 21, nos lleva a conocer «el arraigo  religioso que ha permanecido en Hinojosa del Duque durante siglos, especialmente a la devoción de Santa Ana…», como dice al principio de su artículo.

El artículo se puede leer a continuación.

Patrimonio con encanto

Sara Aranda

En Hinojosa del Duque el arraigo religioso se ha perpetuado a través de los siglos, muestra de ello es la devoción a Santa Ana, cuya festividad se celebrará el próximo 26 de julio. Su ermita es un signo elocuente del fervor popular que desde finales de la Edad Media se ha perpetuado hasta nuestros días.

Tras la conquista cristiana, surge en el Norte de Córdoba una tipología de ermitas sencillas, de bella traza gótica, relacionadas con las cañadas reales que desde Castilla llegaban hasta Andalucía y Extremadura. Este modelo arquitectónico comenzó a difundirse, desde finales del s. XIII hasta el s. XVI por las villas de Los Pedroches, gracias al paso de estas vías pecuarias por la comarca, hecho por el que son conocidas como “ermitas serranas de la Mesta”. Poblaciones como El Viso, Dos Torres, Conquista, El Guijo e Hinojosa tienen a Santa Ana entre sus principales devociones.

La ermita guarda el encanto de nuestros orígenes como pueblo, pues es modelo y símbolo de un templo sencillo para un pueblo sencillo. Fue restaurada por la Escuela Taller Sulía, en la década de los 90 del siglo pasado. Se trata de un edificio de planta rectangular y nave única. En su interior, dos peldaños separan la nave del presbiterio, que acoge las imágenes de Santa Ana y la Virgen en una hornacina de estilo gótico flamígero. Presenta cubierta de madera a dos aguas, articulada mediante cinco arcos apuntados de diafragma que reducen los empujes que ejerce la cubierta, y que tienen su reflejo exterior en potentes contrafuertes unidos mediante arcos, formando pequeños portales utilizados desde antiguo para cobijarse. Posee doble puerta de acceso, la principal, situada a los pies del templo, está realizada con sillares desiguales de granito. El acceso está formado por un arco carpanel con molduras, enmarcado con alfiz con los flancos rematados por pequeñas ménsulas, y cruz central en relieve. Corona el conjunto una espadaña de ladrillo con arco de medio punto y cornisas horizontales.

Hasta mediados del siglo XIX, la calle Sol, que discurría perpendicular al ábside de la ermita de la Virgen del Castillo, conectaba la plaza de la ermita de Santa Ana con la plaza principal de la Villa.

En las casas anexas a la ermita existió hasta mediados del siglo XIX el hospital de San Juan, destinado a comedor de caridad y hospedería de pobres que transitaban sin renta alguna, según recoge el Catastro de Ensenada, en 1753. Este hospital creado en el siglo XVI, fue promovido por Alonso Gómez Carpintero, que en 1559 adquirió las casas contiguas a la ermita, que desde entonces acogieron el hospital de San Juan.

La ermita de Santa Ana sigue viva y pregonando con su fisonomía su cálido fervor de más de siete siglos, pues hay vestigios del pasado que no desaparecen, les gusta esconderse en las calles y plazas, en los recuerdos, en los sueños de cielo… envueltos en un halo de misterio y misticismo.

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